Aprender
inglés es un deseo omnipresente. Bien sea para trabajar, para viajar, para leer
o para entender películas o canciones, o simplemente porque es obligatorio,
todo el mundo quiere aprender inglés. Unos lo hacen alegremente, para otros es
una pesada cruz, pero lo cierto es que en septiembre y enero las academias de
idiomas se ven asaltadas por una multitud de estudiantes apresurados por
empezar a estudiar inglés. Como profesora me emociona ver tanta ilusión al
empezar el curso académico, pero lo que me preocupa es que, con el paso del
tiempo, las ganas de estudiar decaen y el aula se va vaciando.
Es importante
planificar el estudio del inglés con la perspectiva suficiente y, sobretodo,
tomar consciencia de lo que supone aprender un idioma extranjero. En primer
lugar, tenemos que preguntarnos si podremos mantener la misma disponibilidad
para el estudio a lo largo de todo el curso. Amenudo los estudiantes tienen
prisa por “resolver” el tema del inglés y se matriculan en cursos intensivos
con una gran carga lectiva. Desde un punto de vista académico eso está bien,
porque obliga al estudiante a trabajar todos los días, pero puede ser que, a
medio curso, salga algún imprevisto en el trabajo; entonces empezamos a no
poder estudiar, ni a hacer los deberes, y el curso se nos hace una montaña cada
vez más grande hasta que lo abandonamos. Salvo saber con certeza que nos
podremos dedicar plenamente al estudio, es mejor ser cautos y escoger un curso
extensivo, que nos deje un margen de tiempo para otras cosas. Si optáis por un
curso intensivo, recordad también que un curso de un mes seguido por seis meses
sin hacer nada equivale a nada. La constancia es crucial cuando se aprende un
idioma y los “descansos” muy largos borran hasta los esfuerzos más intensos.
La previsión
en la planificación del estudio del inglés implica también reservar un horario
fijo para hacer los deberes y repasar los temas tratados, no únicamente para
asistir a clase. Ir a clase es muy importante pero nadie aprende si concentra
todo su esfuerzo únicamente en la asistencia a clase. Hacer los deberes y
repasar es fundamental, por eso debéis reservar unas horas en vuestra agenda
para ello. Aunque a los profesores nos gustaría, no se trata de pasar todo el
día estudiando inglés. Con un poco de repaso antes de las clases y una o dos
horas los fines de semana es suficiente. Cuanto más estudiéis antes de la
clase, más aprovecharéis las clases y os será también más fácil repasar en
casa. Pero tenéis que poner ese tiempo en vuestra agenda, como si se tratara de
una visita al médico o de una reunión de trabajo. Intentad también transformar
otras actividades en prácticas de inglés, como por ejemplo viendo las películas en versión original subtitulada
en televisión, y así estaréis practicando inglés sin necesidad de sentaros en
vuestro escritorio.
Aprender un
idioma extranjero es una carrera de larga distancia, una verdadera maratón. Por
eso, aprender inglés en 4o lecciones o, peor, en un mes, es imposible, no
existen los métodos milagrosos, simplemente porque se necesita tiempo para
asimilar el léxico y las estructuras gramaticales y desarrollar los “reflejos”
necesarios para activarlos simultáneamente. En algunas personas estos reflejos
se desarrollan más fácilmente, otras necesitan más tiempo. Por eso, el hecho de
acabar un curso no siempre equivale a alcanzar el nivel de conocimiento del
idioma requerido en ese curso. Aunque todos los alumnos tengan el mismo punto
de partida y los mismos recursos de estudio, cada uno necesitará su propio
tiempo, unos más que otros, para asimilar los conocimientos. Lo más importante
es encontrar el propio ritmo, tener paciencia y, una vez más, ser constante.
La edad es
otro parámetro que se debe tener en cuenta. Pero no de la manera en la que
normalmente se hace, es decir como un obstáculo insuperable. Los estudios en
adquisición de idiomas han demostrado que los adultos también pueden aprender
idiomas y, si lo hacen más despacio que los niños, no es necesariamente porque
sus sinapsis sean más lentas. El problema de los adultos es la falta de tiempo
y el hecho de tener la cabeza en varios sitios a la vez, lo que les impide
concentrarse plenamente en el estudio. Por el contrario, una cierta edad nos da
la ventaja de que, a diferencia de lo que ocurre con los niños, la persona ya
sabe estudiar y puede movilizar toda una serie de conocimientos para apoyarse
en el proceso de aprendizaje. Así que sí, se puede aprender inglés pasada
cierta edad, y se puede aprender bien con voluntad y método. El único aspecto
que es difícil de dominar a la perfección es la pronunciación, es decir ese
acento auténtico, que es mucho más difícil de conseguir después de la
pre-adolescencia.
Para terminar,
recordad también que lo que más cuenta es disfrutar aprendiendo porque, cuando
no se disfruta, se aprende poco. Y disfrutamos cuando asociamos el idioma con
experiencias positivas, con situaciones en las que hemos podido entender lo que
se decía y han valorado nuestra capacidad de comunicación en el idioma. Siempre
recomiendo a mis estudiantes vivir el idioma más allá del aula. Si os gusta y
podéis viajar, id a países donde hablen inglés para contextualizar lo que estáis
aprendiendo y descubrir a los nativos de ese idioma, con sus costumbres y con
su cotidianidad. Se estudia mucho mejor recordando las calles llenas de gente
de Londres o ese “inn” perdido en Escocia en el que nos pudimos comunicar con
el señor sentado en la barra del bar. Si no podéis ir tan lejos, coged un libro
en inglés adaptado a vuestro nivel o mirad alguna película en versión original
con subtítulos y comprobad lo que podéis entender. Así iréis descubriendo que todos vuestros
esfuerzos merecen la pena.