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jueves, 18 de octubre de 2012

Aprender un segundo idioma mejora la "plasticidad cerebral"


Científicos del University College de Londres han detectado, tras examinar a 105 personas, de las que 80 eran bilingües, que el conocer un segundo idioma altera en sentido positivo la estructura del cerebro, en concreto el área que procesa información. En particular, mejora la llamada plasticidad cerebral. Un poco como un ejercicio deportivo ayuda a potenciar los músculos. En efecto, el análisis con el escaner ha demostrado que la materia gris situada en la parte inferior de la corteza parietal era más densa entre los que hablaban una segunda lengua, sobre todo entre los que aprendieron el idioma desde pequeños.

El profesor de Psiquiatría de la Universidad de California en Los Ángeles, Joaquín Fuster, que habla fluidamente seis idiomas, cree que si se quiere potenciar la memoria, es recomendable abandonar el cómodo monolingüismo ya que "con un segundo idioma se mejoran todas las funciones cognitivas, la atención, la percepción, la memoria, la inteligencia y el lenguaje".

Al ponerse en marcha gran parte de la maquinaria cerebral, se producen, de forma indirecta, efectos muy positivos en otras áreas. Así, "los niños bilingües destacan por tener una mejor capacidad de selección de las respuestas, una mayor habilidad para llevar a cabo tareas simultáneas, gracias a que consiguen evitar interferencias y controlar el comportamiento", dice Rodríguez Fornells.

Albert Costa, profesor universitario y miembro del grupo de Neurociencia Cognitiva del Parc Cientific de Barcelona, recuerda que "las personas que hablan dos lenguas tienen una mayor facilidad para focalizar su atención en aquello que consideran importante y prescindir de las informaciones que puedan interferir".

Sin embargo, hay que introducir algunos matices. Uno es el número de idiomas. Conocer diez lenguas no nos convertiría en genios de forma automática. Es más, con dos bastaría. La psicóloga Ellen Bialystok de la Universidad de York, en Canadá, reconoce que al hablar un idioma extranjero se registra una mejor calidad de la atención para problemas complejos. Sin embargo -apunta-, no hace falta convertirse en poliglota para que nuestro cerebro mejore la plasticidad. "A partir del segundo idioma que se aprende, no se registran ulteriores beneficios en el cerebro". Científicos del University College de Londres han detectado, tras examinar a 105 personas, de las que 80 eran bilingües, que el conocer un segundo idioma altera en sentido positivo la estructura del cerebro, en concreto el área que procesa información. En particular, mejora la llamada plasticidad cerebral. Un poco como un ejercicio deportivo ayuda a potenciar los músculos. En efecto, el análisis con el escaner ha demostrado que la materia gris situada en la parte inferior de la corteza parietal era más densa entre los que hablaban una segunda lengua, sobre todo entre los que aprendieron el idioma desde pequeños.

El profesor de Psiquiatría de la Universidad de California en Los Ángeles, Joaquín Fuster, que habla fluidamente seis idiomas, cree que si se quiere potenciar la memoria, es recomendable abandonar el cómodo monolingüismo ya que "con un segundo idioma se mejoran todas las funciones cognitivas, la atención, la percepción, la memoria, la inteligencia y el lenguaje".

Al ponerse en marcha gran parte de la maquinaria cerebral, se producen, de forma indirecta, efectos muy positivos en otras áreas. Así, "los niños bilingües destacan por tener una mejor capacidad de selección de las respuestas, una mayor habilidad para llevar a cabo tareas simultáneas, gracias a que consiguen evitar interferencias y controlar el comportamiento", dice Rodríguez Fornells.

Albert Costa, profesor universitario y miembro del grupo de Neurociencia Cognitiva del Parc Cientific de Barcelona, recuerda que "las personas que hablan dos lenguas tienen una mayor facilidad para focalizar su atención en aquello que consideran importante y prescindir de las informaciones que puedan interferir".

Sin embargo, hay que introducir algunos matices. Uno es el número de idiomas. Conocer diez lenguas no nos convertirla en genios de forma automática. Es más, con dos bastará. La psicóloga Ellen Bialystok de la Universidad de York, en Canadá, reconoce que al hablar un idioma extranjero se registra una mejor calidad de la atención para problemas complejos. Sin embargo -apunta-, no hace falta convertirse en poliglota para que nuestro cerebro mejore la plasticidad. "A partir del segundo idioma que se aprende, no se registran ulteriores beneficios en el cerebro".

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