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viernes, 12 de octubre de 2012

Aprender un Idioma como los Niños


Un niño dice su primera palabra alrededor del año. Desde los 12 a los 18 meses recogen unas 30-50 palabras, alrededor de 10 al día para los niños pequeños, y entre los 2 y 3 años su vocabulario crece hasta unas 300 palabras. Estas cifras impresionantes son suficientes para hacer que un adulto estudiante haga pataleta.
Para los niños aprender un idioma parece ser tan fácil, adquiriendo palabras casualmente a una tasa muy rápida. Podemos aprender mucho del modo en que los niños adquieren el lenguaje, y mientras nadie te está aconsejando que te vuelvas infantil, he aquí algunas formas viables en que tu niño interior puede ayudarte con tu tarea.

Sé Curioso
Como saben los padres que rescatan a sus niños de situaciones precarias, los niños son criaturas insaciablemente curiosas. Puede que los meta en aprietos, pero también es la clave para aprender. La curiosidad lleva al descubrimiento, el cual lleva al placer, el cual lleva a la repetición, el cual, como cualquier profesor de lengua que valga sus cintas de audio te dirá, lleva a la maestría.
El mismo Sr. Cerebro, Albert Einstein, suscribió sus ideas a la curiosidad más que el talento. Si bien estaba siendo modesto, es un buen principio al cual aferrarse. Las alegrías y complejidades del lenguaje mismo podría ser suficiente para los lenguófilos, pero el resto de nosotros necesitamos algo extra para sostener nuestro interés en el camino de 240 horas hacia el manejo básico del idioma. ¿Tienes un libro favorito de infancia? Compra una copia traducida y revive tu juventud. ¿Te regañas a ti mismo por ver muchas telenovelas? Ve online y disfrútalas en tu nuevo idioma. Prosigue con fuerza si una doctrina papal del siglo 17 hace que fluyan tos jugos creativos, sólo ten en cuenta que estarás aprendiendo un vocabulario específico.


Sumérgete
El primer llanto de un recién nacido ya tiene la melodía de su lengua materna, sugiriendo que los bebés escuchan idiomas incluso en el vientre. Desde ahí, los bebés nadan en un nuevo idioma, rodeados de éste completamente mucho antes de que surja la primera palabra. A diferencia de los adultos, no pueden revertirse a su lengua materna cuando las cosas se ponen difíciles.
Los adulos generalmente no tienen el lujo de sumergirse sin esfuerzo, pero hay pequeños trucos que ayudan. Lee libros y revistas, escucha radio por internet, escucha un CD. Nuestros cerebros están programados para hacer conexiones contextuales, lo cual es la razón por la cual las páginas con listas de vocabulario son poco efectivas. Cuéntate historias en el idioma y traduce signos del camino cuando vayas al trabajo (en una luz roja). Coloca cartelitos en los objetos de la casa. Cuatro mañanas consecutivas de ver tu cara sobre la traducción de espejo insertarán la palabra en tu mente con poco esfuerzo. 

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